viernes, 27 de marzo de 2009

Sábados Literarios: La primera vez ...


Para Mercedes la inspiradora de estos sábados y también para Ardilla que hoy tomó la posta. Un abrazo a cada una.-



La primera vez que entré en casa de la vieja Morselli un impresionante olor a humedad me pegó de lleno en la nariz – “Uajjjj que olor!” – dijo mi hermano que me había acompañado – “Shhhh callate nene!” .
La vieja Morselli vivía enfrente de la casa de mi abuela y vendía huevos, “huevos caseros y frescos” según rezaba un cartel enganchado en la ventana. Mi abuela hacía unas tortas espectaculares y no usaba otros huevos, según ella esos eran los mejores.
Nos había prometido una “paisanita” con dulce de membrillo, - “Cruzate a lo de la Morselli y traeme una docena de huevos” – me dijo mientras se ataba el delantal a la cintura.
-“Que? Noooo, que vaya Javi, yo no voy” -
-“Porque yo? La abuela te dijo a vos nena!”-
-“Vayan los dos. Vayan o se quedan sin torta eh?”- amenazó la abuela.
Cruzamos, -“Hablás vos eh?”- se atajó Javier.
Riiiiiinnnngg !! “HolasoylanietadeJuliaquierounadocenadehuevosdecolor” dije sin respirar.
-“Pasen”- dijo con voz áspera la Morselli. Mi hermano caminaba pegado a mi espalda con cara de susto. Atravesamos un comedor con muebles viejos y olor a rancio, había un gato gordo durmiendo sobre la mesa, que abrió un ojo cuando le pasamos al lado.
Llegamos al patio, allí tenía el gallinero y los huevos para la venta. Mi hermano quedó fascinado con las gallinas, no sé, se ve que en otra vida debió ser ave de corral, porque las gallinas se le acercaron cacareando como reconociéndolo.
-“Tenés gallinas vos?”- preguntó la Morselli con voz de trueno
-“Nnnn nno”- , tartamudeó Javi
-“Hay pollitos ahí en la jaulita, querés uno?”- graznó la vieja
-“Nnnn no te- tengo plata”- contestó mi hermano cada vez mas asustado.
-“Llevate uno, si lo vas a cuidar, te lo regalo”-
Por supuesto que mi madre no quiso saber nada de tener un pollo en casa, mi abuela menos, así que al otro día volvimos con el pollito a casa de la Morselli.
-“Mi mamá no me deja tenerlo”- dijo Javi alargando la cajita de cartón agujereada con el pollito adentro – “Vos me lo guardás aquí y yo lo vengo a ver todos los dias”??-
Que dice este pibe?? La tutea?? Creí que la vieja nos iba a sacar a escobazos a Javi, al pollo y a mi; pero ... no, no solo no nos echó, sino que accedió a tener el pollito en custodia y que nosotros lo visitáramos.
Volví varias veces a la casa de la vieja Morselli para acompañar a Javi, hasta que un dia me dijo: -“No vengas si no querés, no le tengo mas miedo a Maria Luisa”-
-“Maria Luisa? La vieja se llama Maria Luisa???” pregunté sorprendida de que mi hermanito conociera ese detalle.
-“Si nena, y no es una vieja, es mi amiga”
Javi siguió visitando su pollo- al que bautizó Luisito (¿?)- durante mucho tiempo, y a veces hasta le traía huevos a mamá -“Me los regaló Maria Luisa”- decía con orgullo. Nunca supe de que hablaba con la Morselli durante las visitas, de nada creo, eran amigos y no hacían falta grandes charlas, un “hola” al llegar y un “chau hasta mañana” eran más que suficientes.