viernes, 17 de abril de 2009

Sábados de Mercedes: Unión fantástica


En este nuevo sábado literario de Mercedes, conducido esta vez por Ardilla Roja, la propuesta es hacer una "unión fantástica" entre las palabras abuelo, cinco, ojos, bronce y contrapeso.

Aqui dejo mi relato:


El abuelo Eugenio y su hermano mayor el Tito se llevaban 15 años de diferencia, sin embargo eran muy apegados. Desde que ambos habían quedado viudos pasaban prácticamente todo el día juntos, eran inseparables. Tanto que para nosotros el Tito era “el abu Tito”, la prolongación de nuestro abuelo verdadero. Y para él que no había tenido hijos propios, nosotros habíamos llegado para ocupar el lugar de nietos en su corazón.
El abuelo Euché y el abu Tito hacían frecuentemente las veces de niñera en casa , porque siendo ambos jubilados eran los que mas libertad de horarios tenían y podían ayudar a mi madre a supervisar a los “cuatro monstruos” sin demasiado problema. Con ellos nos quedábamos muchas tardes, a veces las cinco tardes de la semana, hasta que mamá regresaba del trabajo.
La pasábamos bien con los viejos, eran tardes de cuentos, bicicleta, encarnizadas partidas de “culo sucio” y juegos de mesa …; leche chocolatada y dibujitos en invierno o helado y calesita en verano. Siempre inventaban algo nuevo para distraernos, y creo que hasta competían entre ellos para ver quien lograba acaparar la atención de los hermanos mas fácilmente.
El abuelo Euché era el mas inquieto, con el jugábamos carreras de bici en la plaza y cantábamos tangos a todo pulmón, desafinando a coro en el fondo de casa para disgusto de los vecinos.
El abu Tito era mas calmo, usaba un bastón de caña porque sus piernas, cansadas ya de tanto andar, no lo acompañaban para correr y saltar con nosotros; asi que era el encargado de rescatar a Euché cuando lo acorralábamos en el patio para exigirle que jugara con nosotros una última mancha venenosa.
“Vamos che, vengan adentro a tomar la leche, vengan que les cuento la historia de los fantasmas que había en la bodega del barco” Tito había sido marino mercante y conocía un millón de estas historias, o las inventaba no sé, pero siempre conseguía que cuatro pares de ojos lo miraran hipnotizados mientras el contaba y fumaba su cigarro.
Tito tenía 94 y Euché 79 cuando se fueron uno detrás del otro con diferencia de un año, creo que porque no pudieron resistir la pena de estar separados.

Al cementerio no voy seguido porque me pone triste y porque para mi los dos siguen estando por aquí cerca. Cuando voy paso a dejarles una flor y limpio la plaquita de bronce que siempre está llena de tierra. Están los dos juntos, como siempre. “Tito y Euché” dice simplemente la plaquita como un guiño sobre el mármol gris.
Los extraño todavía viejos, ya nos volveremos a ver un día de estos … .