Se repite el mismo sueño desde que tiene
memoria. Gritos, gente que corre, llantos, ruidos extraños que no identifica,
luces, el paisaje que cambia ante sus ojos en forma frenética y desordenada. El
no puede moverse, solo observa. De pronto todo queda en silencio. Unas manos lo
arropan, alguien sin rostro lo abraza y lo besa amorosamente: ¡que bien huele
esa persona!. Quiere retener eternamente ese momento pero no puede. Conoce el
sueño de memoria ya, intuye, sabe que la escena final es una despedida y el no
quiere despedirse. Se despierta angustiado.
El es Pablo, el nieto recuperado nº 106, que
empieza hoy a recuperar los recuerdos que le robaron hace 34 años.
Seguimos recordando, soñando y pensando en
casa de María José.