jueves, 30 de julio de 2009

Largá la mila ...


No soy una persona complicada para comer, todo me gusta. Bueno casi todo … .
Estaba leyendo al amigo ojO y la historia de su vecina que le acercó un plato de buseca (mondongo para mi o cayos en España) y recordé como odio este plato; cuando era chica y entraba en la cocina de mi casa y estaban hirviendo mondongo el olor solamente hacía que se me revolviera el estómago. Sin embargo en casa lo comían con tanto entusiasmo, cada vez que había guiso de mondongo era una fiesta, a la que yo no estaba invitada claro … .
De alli mi mente saltó al recuerdo de unas vacaciones en Chile en las que probé erizo por primera y última vez. Nos habían invitado a un cumpleaños en un restaurant ultra paquete del barrio Las Condes.
Ya en la mesa con la carta en la mano y vía libre para pedir lo que quisiera, mis ojitos se detuvieron en la parte de los mariscos. Ah los mariscos chilenos! las machas! no hay nada mas rico en el mundo! Ya estaba por pedir este manjar de los dioses, cuando me atrapó la palabra “erizo”, guau! erizo? Cuando iba a tener otra oportunidad de probarlo?
“Que tal es el erizo? – pregunté angurrienta a mis amigos chilenos. “Mira, a mi me gusta mucho” – me contestó “el” Cristian – “pero tu no estás acostumbrada a los sabores de mar algo fuertes me parece, porque no te pides otra cosa?”
No me gustó la respuesta. Como que no estaba acostumbrada a los sabores de mar? Yo era una gourmet, me consideraba una experta en mariscos caramba! Asi que lo miré desafiante y le dije “lo quiero probar, si a vos te gusta porque no habría de gustarme a mi?”. Y pedí erizo.
Con limón nomás, venían en una pequeña fuente adentro de su carcasa; rasqué una cuidadosamente con una cucharita y me zampé un primer bocado generoso. Uaaaaajjjjjjjjjjj !!! que horrible! el último rastro de buenos modales que me quedaba impidió que lo escupiera sobre la mesa delante de todos. Fue como haber comido Total Magnesiano del mas amargo que existe, nunca había probado algo tan espantosamente feo!.
Con tanta mala suerte que el mozo que nos atendía estaba cerca y vió toda la escena, para que! Se vino como una tromba para saber que ocurría y a que se debía mi cara de asco. “Esto está malo” – le dije pálida y al borde del desmayo. “No puede ser, lo hemos servido varias veces hoy y nadie se ha quejado!”. El Cristian tomó la batuta, lo probó y largó una carcajada. “Está perfecto Any, el gusto fuerte es por el yodo del erizo, pero yo te avise … “.
Entre la fea impresión y la vergüenza que pasé no quise pedir nada mas, quedé como una ignorante delante de toda la parentela top de mis amigos, terminé mareada porque tomé vino blanco (que estaba muy rico por cierto) en cantidad para sacarme el mal gusto. Y encima casi causo un litigio internacional porque el mozo se ofendió y me lanzó algo asi como que “los argentinos entenderán mucho de asado, pero de mariscos …” ; lo miré con cara asesina pero no contesté para no entrar en una discusión desubicada, lo único que me faltaba era ponerme a pelear con el mozo medio borracha como estaba… .
Por eso amigos, mi consejo es: anímense a los sabores nuevos pero con precaución, escuchen primero los consejos del que sabe y sino mas vale una buena milanesa con papas fritas, eso nunca falla … .