miércoles, 1 de septiembre de 2010

De Perlas ...


“No es bueno usarlas. Las perlas representan esencialmente el dolor”

“Dolor”? – pregunté extrañada

“Asi es, una micropartícula que se introduce en la ostra y que la va lastimando dolorosamente. De ese dolor nace la perla, es un proceso agónico, el daño se transforma finalmente en belleza, pero lo que nace del dolor no es bueno aunque sea hermoso.”

“Vieja de mierda – pensé – para que me dice esto?” Con lo que me gustan las perlas … siempre me gustaron. Además es sabido que un buen porcentaje de la felicidad y la abundancia de algunos está basado en el sufrimiento de otros. No es un pensamiento reconfortante pero es así desde que el mundo es mundo y así seguirá siendo.

Desde hoy la maldición de la perla ya no me alcanza. Perdí el único arito que me quedaba de un par que me regalaron hace años. Digo, debería verle la parte positiva, no me queda ninguna perla verdadera pero iré achicando el karma, saldando mi deuda con el universo por haber tenido en mi poder durante tanto tiempo algo forjado en el dolor de otro ser vivo.
En la mitad de la escalera del Tribunal, intentando desenroscarme la bufanda, enganché el aro y tiré con tanta fuerza que se desprendió de mi oreja y voló por el aire cayendo en la planta baja. A esa hora de la mañana y con la cantidad de gente que circula por allí hubiera sido un milagro encontrarlo. Así que después de reptar por la escalinata de arriba abajo varias veces y examinar el hall baldosa por baldosa, tuve que aceptar que la perla había desaparecido de mi vida. “Se le perdió algo?” – preguntó muy interesado uno de los policías de la entrada . “No, estoy entrenando para correr los 100 metros llanos en la próxima Olimpíada canina” – tuve ganas de contestarle, pero no dije nada. Y me senté en un costado de la escalera a masticar bronca. Tenía ganas de llorar pero ya había hecho bastante papelón recorriendo el lugar en cuatro patas como si fuera la versión autóctona de Lassie, me faltó ladrar solamente.
Me quedé triste para que negarlo. Pero bueno, la rueda nunca se detiene, siempre estamos perdiendo y encontrando, reemplazando una preocupación por otra, convirtiendo la pena en esperanza, los errores en sabiduría, los recuerdos en olvido, las desventuras en post y hasta el dolor en belleza ... aunque parezca imposible.