viernes, 5 de marzo de 2010

Sábados Literarios de Mercedes


Perdidos en la gran ciudad


Buenos Aires me sorprende en cada visita. Nunca está como yo creo que voy a encontrarla, es esquiva, cambia, se transforma, se mimetiza, no deja que uno adivine sus secretos.
Buenos Aires me seduce y luego me rechaza con la crueldad de un amante caprichoso.
Buenos Aires me aturde los sentidos con su belleza y los oídos con el ruido constante e insoportable de sus calles.
Buenos Aires me contagia su ritmo, me sacude la modorra, y me recuerda a cada momento que Dios definitivamente atiende allí aunque uno crea que está en todas partes.
Buenos Aires me engaña, me hace creer que podré ubicarme fácilmente, pero termina embarullándome en su laberinto y llevándome adonde ella quiere que vaya. Indefectiblemente me pierdo, siempre. Se la peleo cuerpo a cuerpo, pero me gana por goleada y termino agotada tomándome un taxi . Subo, y actúo mi mejor acento porteño para darle la dirección al taxista. Luego me quedo calladita, no quiero que el tipo se dé cuenta de que soy “mi prima del campo” y me pasee para cobrarme una fortuna. ¿Uno de esos prejuicios que tenemos los provincianos? Si, puede ser.
No obstante eso de perderse en Buenos Aires no está mal. Salvo por ejemplo que a uno lo estén esperando para casarse y mientras tanto uno esté en una vieja librería tomando té de quien sabe que y consultándole su futuro al I Ching. (ah no, no, yo no era la novia en este caso, solo la testigo y tuvieron que reemplazarme porque nunca llegué).
Pero también puede pasar que uno se pierda y una mano invisible lo arrastre a la fuerza hasta un vivero para descubrir a su propio hermano agazapado detrás de un helecho gigante. Y que esto se convierta en uno de los episodios mas graciosos y mas inexplicables de nuestra vida.
Las grandes ciudades pueden manipularnos a su antojo . Creo que cuando uno anda paseando y se pierde termina entregándose a la voluntad del lugar, aceptando que existe lo que llaman “destino”; puede salir bien, puede fallar ... pero siempre vale la pena tomar el riesgo.


Hace mucho que no participaba en los Sábados Literarios, me alegra volver a subirme al bus.

Para seguir leyendo relatos pueden pasar por lo de los Superhéroes