lunes, 10 de mayo de 2010

Deluxe


Desde que tengo memoria el concepto de lujo me fue muy ajeno. En mi casa vivíamos al día, ajustados a un presupuesto como la mayoría supongo. Entonces lujo era comprar conitos de chocolate el domingo, o ir todos al circo. En mi caso personal lujo era estrenar un vestido por ejemplo; mis hermanos se pasaban la ropa entre ellos, yo la heredaba de mis primas mayores. Odiaba esta situación pero poco importaba que me resistiera, no había opción “como que no te querés poner este vestido porque era de la Bibi? claro, la señorita es la reina de Saba! ponete eso ya haceme el favor!” y alli finalizaba la discusión con mi madre.
Luego vino el tiempo de ser rebelde, el paso por la universidad, amigos y lecturas ayudaron a que me creyera muy contestataria, poco menos que la encarnación de Rosa Luxemburgo (perdón Rosita). Lujo? Pero por favor! Eso era cosa de oligarcas, gente mediocre y burguesa sin conciencia social, y yo era muy revolucionaria, yo estaba con el pueblo (escribo esto y recuerdo a Libertad preguntándole a un policía “que colectivo hay que tomar para ir a estar con el pueblo?!”).
“El lujo es vulgaridad, dijo, y me conquistó …” martillaban los Redondos en mi cabeza, con bastante razón por cierto. Nos rodea con frecuencia una ostentación del lujo innecesaria, vergonzosa y definitivamente vulgar. Pero me estoy yendo de tema.
De esa época de utopías, linda época, han pasado hectolitros de agua bajo el puente; si hoy alguien me preguntara por el lujo ya no sería tan rotunda. Sin embargo no lo asocio literalmente a mansiones opulentas, lugares exóticos o ropa de marca ultra-exclusiva.
Mi idea de lujo hoy significa hacer lo que me dé la gana y para esto si necesito integrar al concepto dos elementos esenciales: tiempo libre y fundamentalmente algo de dinero que lo sostenga. Lujo es tener la libertad de elegir donde estar y que hacer, armar mi bolso, subirme a un avión o a un colectivo y partir sin rumbo fijo o visitar a mi familia y amigos, poder ir un lunes como hoy al parque a las 3 de la tarde y mirar el río mientras tomo mate, quedarme en mi cama bajo la frazada cuando afuera hace 0º y llueve. Lujo es no angustiarse sacando cuentas y pedaleando la guita, lujo es no depender del reloj, lujo es acceder a la posibilidad de educarse y tener claridad de pensamiento, lujo es estar sano y mantener ese estado mucho tiempo.
Asi las cosas, creo que no es una cuestión de Rolls Royce en el garage, de Rolex en la muñeca, o de hoteles 15 estrellas en la Isla de Green Feather; es mas bien algo que tiene que ver con un estado de placidez mental, con la tranquilidad propia y de nuestro entorno, con vivir sin sobresaltos un estilo mas relajado de vida, con tener acceso a un mínimo de dignidad y oportunidades.

Entonces la respuesta hoy sería si, me interesa el lujo.

Me pregunto si a los 80 habré vuelto al ideal ascético y despojado de los 20 años o seré una vieja loca desesperada por emular el estilo de vida top de la star de turno. Y mirando la foto estoy empezando a desconfiar de mi misma, como dijo Oscar Wilde “Dadme lo superfluo y yo me la pasaré sin lo necesario", astuto Don Oscar, je.

Que tengan todos uds. una semana de lujo.