sábado, 25 de septiembre de 2010

Fronteras


Las fronteras demarcan el territorio de un país, pueden ser aéreas, territoriales, fluviales, marítimas o lacustres.
Es impensable considerar su ausencia o imaginarlas elásticas, pero puede suceder.
Una tarde gris de un sábado cualquiera, las fronteras se borran y solo queda la gente. La gente que habla diferente pero ríe parecido; la gente que tiene otras costumbres pero los mismos sueños en todas partes; la gente que en cualquier lugar se alegra, sufre, espera, teme, llora, se divierte, se indigna, se angustia, disfruta, se desmorona y vuelve armarse una vez mas. Igual, en todos lados igual.
Y es que esencialmente somos los mismos en cada rincón del planeta, pasajeros en tránsito, millones de soledades buscando reconocernos en el otro.
Eso pasó esta tarde, nos juntamos y comprobamos que detrás de las fronteras somos uno y el mismo.
Tiene razón Galeano, los mapas del alma no tienen fronteras.

A los amigos Casandra, Gustavo, Verónica y María José, gracias por el rato compartido

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Este Jueves un relato: Hazme reir !!!


Escenario: Una ciudad perdida en China (nombre irrecordable)

Personajes: Valeria, Silvina y Fabio

Situación: Fabio está en China compitiendo en un torneo de tai chi chuan. Con el están su novia Vale y Silvina (La Silvi, hermana de Vale) que han viajado para acompañarlo y de paso conocer China.
Mientras el entrena y compite concentrado con los otros participantes en un lugar especial, las hermanas boludean por ahí y cada tanto van a ver el concurso para hacerle el aguante a Fabio y saber como le está yendo.
Sucede, como suele suceder cada 28-30 días, que La Silvi se indispone y nada mas cómodo en una situación de viaje que usar tampones. Gran invento los tampones, salvo … que al tampón se le corte el hilo y quede adentro … en China … sin saber el idioma … sin poder explicarle al médico cual es el problema … .

Acción: Tras varios intentos de retirar el susodicho adminículo por cuenta propia, La Silvi le explica la situación a Vale, quién a su vez trata de ayudarla con ideas poco adecuadas. “Dame la pincita de depilar que intento con eso … Ayyy no veo …! quedate quieta …! no, no llego …”. Tanto hurgueteo (por decirlo de alguna forma) con pinzas varias, termina lastimando a La Silvi. No queda otra salida que buscar ayuda profesional.
El quid de la cuestión es como explicarle el motivo de la consulta al médico (ah no, ni soñar que alguien alli hable español, tampoco inglés, ni francés, ni siquiera chino tradicional; se habla uno de los cientos de dialectos que existen en China, absolutamente desconocido). “Y bueno – dice Vale tratando malamente de consolarla – vamos, pedimos por señas un médico, vos te abrís de piernas y le señalás …”. “Queeeee??? – aúlla La Silvi desesperada.
Y allá van, el hospital es una construcción precaria, pequeña y mugrienta. Silvina se resiste a entrar, dice que prefiere que la carcoma una sepsis galopante. Pero Vale no está dispuesta a dejarla morir a miles de kilómetros de casa.
Una especie de “enfermera” o algo, las hace pasar a una salita que oficia de consultorio. Dentro el “doctor” tiene - según el cálculo de las chicas - unos 135 años y muy pocas ganas de colaborar. Los esfuerzos son vanos. Señas, gestos, palabras en varios idiomas dichas a todo volumen como si el tipo fuera sordo además de chino. No hay caso. “Este viejo no debe saber ni que los tampones existen” – lloriquea Silvina – “vamos, salgamos de aquí antes de que nos pase algo peor!”. “No, no, no; tenés un lápiz? Dame!” . Vale manotea un papel que hay sobre una mesa y dibuja. Lástima que el dibujo nunca fue su fuerte, el viejo las mira como si fueran marcianas desquiciadas. “Bueno che, no hay otra, abrí las piernas y mostrale!” – se enfurece Vale dándose por vencida. El viejo se enoja en chino. Silvina llora a moco tendido. En medio del desastre entra la enfermera atraída seguramente por el escándalo, de su bolsillo cuelga un hilo sucio. Valeria se inspira de pronto y se le abalanza, le saca el hilo: la china grita por lo que supone un ataque, el viejo grita porque cada vez entiende menos; la escena toda es un griterío dantesco, como si fuera una mala comedia italiana pero en China. Hilo en mano y con una serie de gestos impresentables Vale les muestra a los chinos cual es el problema. De pronto la cara de la enfermera se ilumina, le dice unas palabras al médico que por fin! exclama “ahhhhh !!!”.

Epílogo: La operación “retiro del tampón” merecería un post aparte. Baste decir que se llevó a cabo en las condiciones menos higiénicas del mundo, con un emplaste verdoso de hierbas a modo de anestesia (o eso suponen las chicas) y un instrumental quirúrgico que debió ser el que se usaba en la era precámbrica.
Pese a tan calamitosa atención, asegura La Silvi que todo fue rápido, indoloro y sin consecuencias posteriores. Ella por las dudas se despidió mentalmente de sus afectos, pidió perdón por sus pecados y rezó todas las oraciones que recordaba antes de entregarse al procedimiento. Morir a manos de Wan Chang Kein – como le gusta recordarlo - no era su destino sin embargo.

Aclaración: Lo mejor de todo esto para nosotros, los amigos, fue escuchar la historia y llorar de risa con los detalles y los comentarios.
La anécdota pierde mucho con la transcripción de esta inexperta escribiente. Valga solamente como intento de participación en estos jueves literarios.

Mas risas en lo de Gustavo http://www.callejamoran.blogspot.com/

lunes, 13 de septiembre de 2010

Cierre los ojitos, no los deje abiertos, que si no se duerme, se va a quedar despierto ...


Es un placer dejarse invadir suavemente por el sueño. Incluso luchar brevemente contra el. Los sonidos del ambiente se van diluyendo, se hacen lentos y pesados y uno se deja ir, se vuelve pluma, algodón delicado flotando hacia otra dimensión. Relajamiento total, abandono perfecto, un disfrute previo a cerrar los ojos que dura apenas unos segundos.
El instante ideal se produce unos minutos antes: La pequeña ceremonia de irse a dormir, ovillarse o estirarse y sentir que la suavidad de las sábanas nos envuelve. Es en ese momento que nos baja todo el agotamiento de un día de trabajo, corridas, esfuerzo; nos hemos ganado sobradamente el reposo e intentamos descontracturar cuerpo y mente. No siempre lo logramos, hay días en que la cabeza sigue a mil y los músculos continúan tensos como esperando una nueva orden para volver a ponerse en movimiento.
La noche en que se produce la maravilla de la relajación completa es el resultado de una alquimia compleja que utiliza ingredientes indispensables como abandono, distensión, mente en blanco … . Cada cual necesita cosas diferentes y tiene su propia receta: oscuridad total, una pequeña luz encendida, leche caliente, silencio absoluto, la radio o la tele encendidas, alplax, té de tilo, sexo salvaje, palabras dulces, leer, comer algo dulce, una ducha tibia, un cognac, un abrazo … .

Algunas noches tu abrazo pasa por mi cabeza como un flash. Un cerco de brazos largos que dejaba el mundo afuera y me defendía de cualquier cosa. Es raro porque a vos ya no te extraño, en la vida vertical nunca logramos mas que acuerdos breves e intermitentes y desacuerdos largos, dolorosos. Extraño si la sensación de sentirme a salvo, de sentirme inmortal dentro del abrazo. No me ha vuelto a pasar con nadie.
A veces tardo en conciliar el sueño, otras me desmayo sobre la cama y quedo como inconciente hasta el otro día. Odio desvelarme porque es la ocasión ideal para pensar en calamidades y desastres que por lo general (y por suerte) no ocurren. Nunca me duermo antes de las 12. No me duermo si tengo los pies fríos. No ronco pero me gustaría roncar y hacer pi pi pi como Curly el gordito de los 3 Chiflados. Duermo mucho en vacaciones. Dormía poco o no dormía cuando estudiaba y tenía que rendir al otro día. Me encanta dormir la siesta los fines de semana, me gustaba esa frase que repetía Hanglin “y ahora me voy a dormir una de esas siestas que se toman prestadas a la muerte”.

Hay por allí algún desvelado, algún sonámbulo, alguien que ronque, alguien que hable dormido? Cual es la ceremonia personal del sueño de cada uno de uds? Que es lo que no los deja dormir? Se quedan dormidos con frecuencia?
Los leo.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Las (mil y una) madres ...


Acá hay tanta cosa juntando mugre salvo lo que uno busca me pasé la tarde buscando una aguja no hay una aguja en esta casa! nunca tenés que coser nada vos? para que tenés todas esas macetas vacías en el balcón porqué no comprás un helecho que aquí crecería bien o sino te llevás unos gajitos de malvón de casa? te conté que Mechi me trajo malvón blanco de Misiones no sé si prenderá a vos que te parece? como podés comer ese arroz integral que parece de goma porque no comprás del común? mejor tomá té tanto mate mate mate te va a hacer una úlcera en el estómago estas toallas están percudidas con que las lavás? tenés que echarle un chorrito de lavandina en el último enjuague se te venció la boleta de la luz mirá que tenés ganas de tirar la plata vos porque no la pagaste antes? que ruido hace este calefón tendrías que llamar al gasista que te lo vea debe estar sucio hay que hacerlo limpiar cada tanto hay que ocuparse un poco de la casa por eso no te dura nada a vos …

Los dioses del olimpo y los caños de la cocina de mi señora madre se han complotado en mi contra. De nada sirve lamentarse, igual debo darle asilo por unos días, tampoco voy a dejarla librada a su suerte … soy absurdamente compasiva y humanitaria, maldición.
Trato de poner el cerebro en piloto automático y mientras cuento en swahili hasta cien, me viene a la memoria un cuento de las mil y una noches que leí hace mucho:

Había una vez un rey que dijo a los sabios de la corte:
- Me estoy fabricando un anillo de diamantes. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.
Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total...
Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada. El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. Sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo:
- No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. En cierta ocasión me encontré con un místico, era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje –el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey-. Pero no lo leas –le dijo- mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación.
Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino...
De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso: Simplemente decía “ESTO TAMBIÉN PASARA”.

YEAH!!!

miércoles, 1 de septiembre de 2010

De Perlas ...


“No es bueno usarlas. Las perlas representan esencialmente el dolor”

“Dolor”? – pregunté extrañada

“Asi es, una micropartícula que se introduce en la ostra y que la va lastimando dolorosamente. De ese dolor nace la perla, es un proceso agónico, el daño se transforma finalmente en belleza, pero lo que nace del dolor no es bueno aunque sea hermoso.”

“Vieja de mierda – pensé – para que me dice esto?” Con lo que me gustan las perlas … siempre me gustaron. Además es sabido que un buen porcentaje de la felicidad y la abundancia de algunos está basado en el sufrimiento de otros. No es un pensamiento reconfortante pero es así desde que el mundo es mundo y así seguirá siendo.

Desde hoy la maldición de la perla ya no me alcanza. Perdí el único arito que me quedaba de un par que me regalaron hace años. Digo, debería verle la parte positiva, no me queda ninguna perla verdadera pero iré achicando el karma, saldando mi deuda con el universo por haber tenido en mi poder durante tanto tiempo algo forjado en el dolor de otro ser vivo.
En la mitad de la escalera del Tribunal, intentando desenroscarme la bufanda, enganché el aro y tiré con tanta fuerza que se desprendió de mi oreja y voló por el aire cayendo en la planta baja. A esa hora de la mañana y con la cantidad de gente que circula por allí hubiera sido un milagro encontrarlo. Así que después de reptar por la escalinata de arriba abajo varias veces y examinar el hall baldosa por baldosa, tuve que aceptar que la perla había desaparecido de mi vida. “Se le perdió algo?” – preguntó muy interesado uno de los policías de la entrada . “No, estoy entrenando para correr los 100 metros llanos en la próxima Olimpíada canina” – tuve ganas de contestarle, pero no dije nada. Y me senté en un costado de la escalera a masticar bronca. Tenía ganas de llorar pero ya había hecho bastante papelón recorriendo el lugar en cuatro patas como si fuera la versión autóctona de Lassie, me faltó ladrar solamente.
Me quedé triste para que negarlo. Pero bueno, la rueda nunca se detiene, siempre estamos perdiendo y encontrando, reemplazando una preocupación por otra, convirtiendo la pena en esperanza, los errores en sabiduría, los recuerdos en olvido, las desventuras en post y hasta el dolor en belleza ... aunque parezca imposible.