miércoles, 27 de octubre de 2010

Este Jueves un Relato: Anarquía en los Jueves Literarios


Este Jueves tema libre. El mío:

Cría Cuervos

Que no pudo haber sido otra persona, que se lo devolviera, que no me iba a denunciar me dijo. Denunciar que?. A mi me estaba acusando? A mi? A mi que le atendí la casa durante 23 años, le crié los hijos, le cuidé al padre … hasta la mierda le limpié al viejo… con cariño lo hice, como si hubiera sido mi propio padre.

No entiendo, era tan buena la señora ... me llevaba de vacaciones y todo. Gracias a ella conocí el mar mire, si ... de lejos lo veía. Vos quedate en el departamento - me decía -porque tanto sol te puede hacer mal. Y yo miraba la playa desde la ventana mientras limpiaba los vidrios, es tan lindo el mar!
La señora era buena si ... la de regalos que me hizo! Toda la ropa vieja que ya no le servía me la regalaba, para mi, para mis hijos, para mi marido. No hay que desaprovechar nada - me decía - llevate ese pan de antes de ayer, está duro pero con un golpe de horno queda como recién comprado. Te querés llevar esas manzanas que están medio pasaditas? para hacerle compota a tus chicos ... .
Cuando a mi Ariel le operaron la rodilla la señora lo fue a ver al hospital. Eh? ah no, no quiso entrar porque se impresiona dijo, pero le trajo helado. Ese de 3 kg por $10 que venden en el super ... no sé si es rico, al Ariel no le gustó. No, yo no lo probé, no puedo por la diabetes vio?. Me lo llevé a casa, el Pipo tampoco lo quiso y eso que mi perro come piedra vea.

De donde sacó que yo le voy a robar el anillo? Si a mi ni me gustan los anillos, yo prefiero ponerme un collar o una flor en el pelo. Como le voy a robar el anillo? Si le hubiera querido robar ... tuve tantas oportunidades mire. Si ellos ni saben lo que tienen ... la de plata que me he encontrado arriba de los muebles, en los bolsillos de la ropa para lavar, adentro de los libros ... . Yo no toco lo que no es mío sabe? eso le dije. Y ella me dijo que no, que no sabía, que al final todas nosotras éramos iguales, unas negras resentidas, muertas de hambre, ladronas ... no sé que mas dijo porque yo de la rabia me maree y me caí. Me bajó la presión dijo el médico.
Si, al anillo lo encontró. Enganchado adentro de un guante estaba. Ayer me vino a buscar … ya pasó, ya pasó - me dijo. Tomá te traje esto para tu nieta, para que lo use en el bautismo. Blanqueale la puntilla que está amarillenta, sacale esas manchas de la manga o ponele un saquito arriba y listo, ni se nota … .
Yo no quiero nada - le dije. A la Jesi le estoy haciendo el vestido yo. Blanco es, sin manchas, con puntilla nueva. Los zapatitos también son nuevos. Yo a su casa no vuelvo - le dije, porque ud me robó a mi, ud me robó la alegría, la salud … ando mareada desde el jueves vea. Me robó la dignidad ud. Durante 23 años me la robó y yo ni cuenta me daba.
Que dijo ella? que se yo … algo de criar cuervos, no sé, ni la escuché. Yo me entré rápido a la casa porque tenía que terminar el vestidito para la nena, viera que lindo me está quedando … .
Más anarquía literaria en lo de Gustavo

miércoles, 20 de octubre de 2010

Este Jueves un Relato: Robótica


Este es un trabajo en conjunto entre Casss y Any , aprovechando la tecnología y la robótica de que disponemos.
Escribimos parte y parte a distancia y este es el resultado.

Era la atracción de la feria internacional de Tokio. El cabello peinado en una larga trenza negra relucía bajo los spots. Sus rasgos orientales le daban un aire misterioso; parecía muy frágil sobre aquella tarima desde la cual saludaba a los visitantes. Kimiko tenía la piel cálida al contacto y sus movimientos eran casi perfectos, nadie que no conociera de antemano su condición de androide se hubiera dado cuenta con solo verla.
No estaba a la venta, era solo para exhibición pues algunos detalles de su complicado mecanismo no estaban completamente ajustados. Sin embargo la insistencia de Pierre y la suma que ofreció por ella terminaron convenciendo a sus creadores.
Kimiko partió entonces cuidadosamente embalada hacia su nuevo hogar en Lyon.
El excéntrico ejecutivo estaba encantado con el juguete nuevo; exótica y delicada, sus modales exquisitos, sus conocimientos de arte y ciencia, cautivaban también a los vecinos y amigos de Pierre. Todos envidiaban su suerte, Kimiko era la compañía ideal, no tenía pasado, ni familia molesta, ni ex marido. No se quejaba por nada, ni reclamaba, ni hacía escenas de celos por los amoríos de su dueño. No exigía costosos regalos, ni joyas, ni viajes, se limitaba a aceptar con un “gracias” lo que el le ofrecía. Nunca estaba cansada, ni le dolía la cabeza, ni estaba “en esos días”, complacía todos y cada uno de los caprichos y las fantasías de Pierre. Sin pasión de por medio, sin promesas de amor eterno ni compromisos, sin miedos ni sobresaltos, era la amante perfecta.
Kimiko no tenía sentimientos, pero sí un sofisticado software entre cuyas funciones estaba la de corresponder a las emociones positivas según los estímulos que recibía.
Transcurrió un tiempo y la convivencia de la pareja era óptima. Un verdadero shangrilá.
Pierre podía dedicarse a trabajo y placeres sin ningún tipo de preocupaciones ni interferencias. Esa mujer lucía, olía y vivía de forma soñada.

El día amaneció tranquilo, un baño refrescante para los 26 grados anunciados, un desayuno frugal: lo esperaba un día de mucho trabajo y un rápido saludo a Kimiko, precedió a la autopista que lo llevaba a la empresa. Una procesión de hormigas laboriosas a 140 kms. por hora con la meta fija de llegar. De pronto un reventón lo lanzó por los aires, ni el cinturón ni el airbag funcionaron. Sangre, dolores intensos, ruidos, gritos, vahídos, confusión era lo único que recordaba en la cama del hospital a donde fue conducido. Pero lo peor de todo era la angustia de morir sintiendo que ni siquiera tenía alguien a quien darle su último adiós y lo llorara. Eso pensaba entubado y conectado a una máquina en el centro de tratamientos intensivos.

Cuando pudo despertar al mundo, se encontró con unos ojos que lo miraban atentamente, esperando órdenes. A los pies de la cama la mujer androide, bella y helada, le sonreía mecánicamente sin un rastro de sufrimiento o piedad.
Fue recuperando los signos vitales y mientras lo hacía, la presencia de Kimiko no significaba nada. Entretanto esperaba con ansias todos los días la llegada de Karen, la enfermera del turno matutino. No era bonita, ni atractiva, ni si quiera coqueta, tampoco extrovertida, pero cuando se acercaba para medirle el pulso, éste se le aceleraba al simple contacto de esas manos que con uñas prolijas sin afeites ninguno, lo hacían sentir de nuevo vivo.

Mas tecnología en lo de Gustavo
www.callejamoran.blogspot.com

lunes, 18 de octubre de 2010

Perro que canta no muerde


Pablo: Ah! tenemos un perro che.

Any: Ahhhhh que bueno! Me imagino como estarán todos con un cachorrito en la casa!

Pablo: Bue si … pero no es precisamente un cachorrito …

Any: ¿?

Nelly, vecina de Pablo, murió hace un par de semanas. Unos 80 años, viuda, sin familia cercana mas que unos sobrinos. Se conocieron con Cacho en la calle un día de invierno. Lo habían abandonado cerca de la casa de Nelly; era muy chiquito y un quejido insistente indicaba que tenía frío y hambre. Estaba dentro de una caja tapado con una hoja de diario que anunciaba una próxima actuación de Cacho Castaña; Cacho, asi lo bautizó Nelly y decidió quedárselo.
El perro fue su compañía de los últimos años, iban juntos a todas partes; después de mucho tiempo Nelly volvía a tener a alguien que la esperaba. Cacho la esperaba en la puerta del supermercado, en la escalinata de la iglesia y en la terraza como un vigía cuando debía quedarse.
Después de la muerte de Nelly aparecieron los sobrinos para ocupar la casa. Limpiaron y tiraron todo lo inservible y entre todo eso estaba Cacho, que fue desalojado sin ningún tipo de miramientos.
Como un piquetero versión canina Cacho se instaló delante de la puerta de calle en señal de protesta o quizás con la esperanza de que lo dejaran retornar a su hogar. Ni hablar, los nuevos ocupantes no querían saber nada con un perro viejo y medio enfermo (camina con dificultad por algún problema en las patas traseras). El último intento de Cacho de entrar en la casa fue rechazado a escobazos literalmente por el nuevo dueño.
Y allí entró en escena Pablo, viejo defensor de pobres y ausentes, que indignado ante la escena se puso a discutir con el vecino maltratador. Y que si, y que no, y que ud no puede tratar asi a un animal, y que a ud que le importa, y que ud es un maleducado, y que ud que se mete, y que lo voy a denunciar, y que váyase a la mierda! y … slam! se cerró la puerta de la casa en las narices de Pablo.
Mientras tanto unos metros mas allá Cacho se hacía amigo de Rosario que le hablaba queriendo saber si le dolían los golpes.

“Dize Cacho si no lo dejamoz dormir en caza”
“Y vos como sabés que dice Cacho?”
“Porque haze guiiiii guiiiii y pone cara trizte, lo podemoz llevar?”

Any: Y que pasó?

Pablo: Y bueno, ahora Cacho está instalado en casa, come como un león huérfano, lo llevamos al veterinario y le dio un antiartrósico que me sale mas caro que un crucero a la Polinesia, llora de noche y pega unos aullidos que nos hacen saltar un metro de la cama y clavar las uñas en el techo, pierde pelo porque está estresado (según el veterinario) y hay que pasar el escobillón 30 veces por día, lo llamás y no te da bola porque está medio sordo … es toda una adquisición

Any: Se lo van a quedar?

Pablo: O me lo quedo o tengo que echar al perro y a mi hija porque me va a volver mas loco de lo que estoy … no tengo muchas opciones.

Any: Y canta “Garganta con arena”?

Pablo: Andate a la p********* ….!!!

miércoles, 6 de octubre de 2010

Este Jueves un Relato: Página 24, Línea 3 ... Bip Bip!


“La casa estaba cerrada a cal y canto, con tranca y candado y bajo siete llaves …” (página 24, línea 3 - "El Libro de los abrazos" Eduardo Galeano)

El corazón se parece bastante a una vieja casa con muchas habitaciones que pueden ir cerrándose una a una a cal y canto si es nuestro deseo. Allí guardamos algunas cosas que preferimos mantener lejos de nuestro cerebro: la ausencia de los seres queridos que es larga e infinita como el recorrido de una moneda en un pozo sin fondo; los tiempos de una adolescencia difícil en los que cuestionábamos sin piedad las palabras y la vida de nuestros padres; la pena por el fracaso de algún amor que se partió en mil pedazos y no pudimos reconstruir; el miedo que sigue agazapado y termina encontrando una hendija por la cual colarse; la tristeza azul de los domingos por la tarde; la nostalgia por los amigos que se han ido lejos; la angustia; la culpa; las frustraciones … .
Finalmente nos convertimos en malabaristas, con un brazo sostenemos esta puerta, con una pierna trabamos la otra, con la espalda presionamos una tercera puerta. Intentamos que ciertos pensamientos, ciertos recuerdos y sentimientos no se escapen de la celda que tan bien hemos construido y sellado. En el afán de detener lo que no queremos recordar o pensar, quedamos petrificados, inmovilizados en una especie de trampa. Solo podemos mover los ojitos y ver pasar la vida ….
Esto me sugirió la línea 3 de la página 24 de “El libro de los abrazos” de Galeano.
Pensaba si no será hora de ir abriendo de a poco los compartimentos, pasando el plumero y sacando las telarañas cof cof cof, revisando lo que hay dentro, tirando lo que no sirve, rescatando lo bueno … . Digo, no sea que me falle la fuerza o el sentido del equilibrio, o me pique la oreja y quiera rascarme, o pase una mosca y quiera darle un manotazo … no sea que baje la guardia de golpe, se me vengan la casa y las emociones encima como una avalancha y quede llena de chichones, tapada de escombros como quedaba el Coyote queriendo ser mas astuto que el Correcaminos.
Bip Bip …
Otras páginas nº 24 en lo de Gustavo: