martes, 10 de agosto de 2010

Pájaros de fin de invierno


Pájaros de acero. Pasan dejando una estela blanca, una pista de humo que invita a seguirlos.
Van solo hasta Buenos Aires supongo, pero me gusta pensar que viajan mas lejos cruzando mares y montañas, hasta el confín de la tierra. Y en ese confín seguro hace calor, hay playa y mar, un mar grandote y turquesa que me está esperando desde siempre. Si si, desde siempre.

“Antes que el tiempo se acuñara en días,

El mar, el siempre mar, ya estaba y era ….”

Pájaros de acero que pasan en unos segundos frente a mis ojos como un flash de libertad, mientras yo sigo aqui dentro tapada de papeles, aturdida por el ruido de la vieja impresora y del teléfono que no para de sonar. Un solo riiiing mas y lo revoleo por la ventana … maldito!.
Recuerdo al enano de La Isla de la Fantasía gritando “el avióóón, el avióóón ...” y repito estas palabras como un mantra sin darme cuenta. Me asomo para ver mejor, casi tengo ganas de trepar al alfeizar y hacerle señas. Puede que me vea ..., tal vez baje a buscarme y me cargue en su barriga para llevarme hasta a algún rincón paradisíaco. Me escuchará si le grito?
"Ehhhh Don! Me deja en Zanzíbar???"
“Zanzíbar y que?” - diría el piloto si me viera, y es que hoy no tengo mucha pinta de turista top de destino exótico-exclusivo. Mas bien todo lo contrario, esta mañana estuve practicando tropiezo artístico antes de llegar al trabajo; para evitar caerme metí el pie en un charco de agua con barro y el pantalón me quedó con una impronta de diseñador new age que los demás no saben apreciar, una pena (ya van 4 que me preguntan “que te pasó?”).

Los pájaros mentales se suman a los de acero y a los reales (hoy subió un poco la temperatura y ya se escuchan los pío pío); el divague es una clara señal de que la segunda mitad del año se está haciendo sentir. El invierno se está yendo y estoy lista para entrar en la recta final del 2010.
El avión se aleja, ya casi no lo veo, se hace un punto en el cielo y luego nada. Vuelvo a mi trabajo en silencio, mi compañera me interroga con la mirada. Le hago un gesto de “si, todo bien”.

Están en el aire y en la cabeza.
Son pájaros que anuncian cambios, pájaros de fin de invierno como cantaba Fander