viernes, 14 de mayo de 2010

Tan sutil ...


Diplomática. Aunque mis detractores opinen lo contrario, me considero una persona diplomática. No me gusta generar incomodidad o dolor en los demás, prefiero que mi opinión, idea o pensamiento respecto de algo se transmita suavemente a la otra persona, sin altisonancias ni palabras hirientes. Suave pero firmemente se entiende.
Para esto nada mejor que el “método de las situaciones creadas” que ayuda al interlocutor a entender el mensaje.
He aquí el ejemplo práctico perfecto de dicho método aportado por la familia de Helen:

Helen Hayes (actriz angloamericana, 1900-1993, los memoriosos quizas la recuerden personificando a la astuta viejita Miss Marple) famosa por su poco talento para el arte culinario decidió cocinar para toda su familia una navidad. “Es la primera vez que cocino un pavo – les dijo – si el resultado no es bueno, por favor sean piadosos conmigo; sin muchos comentarios nos vamos todos a un restaurant.” Dicho esto sirvió el pavo y fue hasta la cocina en busca de la salsa para acompañarlo. Volvió 5 minutos mas tarde y todos seguían sentados a la mesa … pero con los abrigos puestos.

Piadosos pero contundentes sin dudas.

Tengo una amiga, que ejercita una forma un tanto mas particular de diplomacia; sostiene ella que para enfrentar algunas situaciones hace falta una mezcla de sutileza y crueldad; sutileza para no ir con los tapones de punta al choque directo y ahorrarse escenas desagradables y/o violentas. A esto es necesario adicionar una dosis de crueldad a voluntad (sabido es que la letra con sangre entra) que ayude a fijar el concepto en el hemisferio cerebral derecho del interlocutor. Este, una vez captada la idea, abandonará su postura hostigadora al instante (léase: si sabe lo que le conviene, se dejará de joder.)
La siguiente escena ejemplifica la teoría:

La anécdota fue protagonizada por Calvin Coolidge, presidente de Estados Unidos entre 1923 y 1929.
De visita en una granja, la esposa del presidente se interesó por la frecuencia con la que copulaba el gallo del lugar. “Una docena de veces al día por lo menos” – le contestó el guía. Al oírlo, la primera dama pidió al guía que comunicara este dato al presidente quien se encontraba a unos metros de distancia. El presidente escuchó con atención y preguntó: “Siempre con la misma gallina?”
“Por supuesto que no – respondió el guía – cada vez con una distinta”
“Por favor, transmítale eso a la Sra. Coolidge”

Ay! Sra., Sra. … eso le pasa por hacerse la viva … .

Me pregunto, cuan diplomáticos serán los visitantes de este lugar en una escala del uno al diez?

Buen finde para todos.