
Diplomática. Aunque mis detractores opinen lo contrario, me considero una persona diplomática. No me gusta generar incomodidad o dolor en los demás, prefiero que mi opinión, idea o pensamiento respecto de algo se transmita suavemente a la otra persona, sin altisonancias ni palabras hirientes. Suave pero firmemente se entiende.
Para esto nada mejor que el “método de las situaciones creadas” que ayuda al interlocutor a entender el mensaje.
He aquí el ejemplo práctico perfecto de dicho método aportado por la familia de Helen:
Helen Hayes (actriz angloamericana, 1900-1993, los memoriosos quizas la recuerden personificando a la astuta viejita Miss Marple) famosa por su poco talento para el arte culinario decidió cocinar para toda su familia una navidad. “Es la primera vez que cocino un pavo – les dijo – si el resultado no es bueno, por favor sean piadosos conmigo; sin muchos comentarios nos vamos todos a un restaurant.” Dicho esto sirvió el pavo y fue hasta la cocina en busca de la salsa para acompañarlo. Volvió 5 minutos mas tarde y todos seguían sentados a la mesa … pero con los abrigos puestos.
Piadosos pero contundentes sin dudas.
Tengo una amiga, que ejercita una forma un tanto mas particular de diplomacia; sostiene ella que para enfrentar algunas situaciones hace falta una mezcla de sutileza y crueldad; sutileza para no ir con los tapones de punta al choque directo y ahorrarse escenas desagradables y/o violentas. A esto es necesario adicionar una dosis de crueldad a voluntad (sabido es que la letra con sangre entra) que ayude a fijar el concepto en el hemisferio cerebral derecho del interlocutor. Este, una vez captada la idea, abandonará su postura hostigadora al instante (léase: si sabe lo que le conviene, se dejará de joder.)
La siguiente escena ejemplifica la teoría:
La anécdota fue protagonizada por Calvin Coolidge, presidente de Estados Unidos entre 1923 y 1929.
De visita en una granja, la esposa del presidente se interesó por la frecuencia con la que copulaba el gallo del lugar. “Una docena de veces al día por lo menos” – le contestó el guía. Al oírlo, la primera dama pidió al guía que comunicara este dato al presidente quien se encontraba a unos metros de distancia. El presidente escuchó con atención y preguntó: “Siempre con la misma gallina?”
“Por supuesto que no – respondió el guía – cada vez con una distinta”
“Por favor, transmítale eso a la Sra. Coolidge”
Ay! Sra., Sra. … eso le pasa por hacerse la viva … .
Me pregunto, cuan diplomáticos serán los visitantes de este lugar en una escala del uno al diez?
Buen finde para todos.
Para esto nada mejor que el “método de las situaciones creadas” que ayuda al interlocutor a entender el mensaje.
He aquí el ejemplo práctico perfecto de dicho método aportado por la familia de Helen:
Helen Hayes (actriz angloamericana, 1900-1993, los memoriosos quizas la recuerden personificando a la astuta viejita Miss Marple) famosa por su poco talento para el arte culinario decidió cocinar para toda su familia una navidad. “Es la primera vez que cocino un pavo – les dijo – si el resultado no es bueno, por favor sean piadosos conmigo; sin muchos comentarios nos vamos todos a un restaurant.” Dicho esto sirvió el pavo y fue hasta la cocina en busca de la salsa para acompañarlo. Volvió 5 minutos mas tarde y todos seguían sentados a la mesa … pero con los abrigos puestos.
Piadosos pero contundentes sin dudas.
Tengo una amiga, que ejercita una forma un tanto mas particular de diplomacia; sostiene ella que para enfrentar algunas situaciones hace falta una mezcla de sutileza y crueldad; sutileza para no ir con los tapones de punta al choque directo y ahorrarse escenas desagradables y/o violentas. A esto es necesario adicionar una dosis de crueldad a voluntad (sabido es que la letra con sangre entra) que ayude a fijar el concepto en el hemisferio cerebral derecho del interlocutor. Este, una vez captada la idea, abandonará su postura hostigadora al instante (léase: si sabe lo que le conviene, se dejará de joder.)
La siguiente escena ejemplifica la teoría:
La anécdota fue protagonizada por Calvin Coolidge, presidente de Estados Unidos entre 1923 y 1929.
De visita en una granja, la esposa del presidente se interesó por la frecuencia con la que copulaba el gallo del lugar. “Una docena de veces al día por lo menos” – le contestó el guía. Al oírlo, la primera dama pidió al guía que comunicara este dato al presidente quien se encontraba a unos metros de distancia. El presidente escuchó con atención y preguntó: “Siempre con la misma gallina?”
“Por supuesto que no – respondió el guía – cada vez con una distinta”
“Por favor, transmítale eso a la Sra. Coolidge”
Ay! Sra., Sra. … eso le pasa por hacerse la viva … .
Me pregunto, cuan diplomáticos serán los visitantes de este lugar en una escala del uno al diez?
Buen finde para todos.