Trabajo en un estudio jurídico, somos ocho personas, cinco abogados y tres secretarias.
El mas viejo de los jefes es un personaje muy particular, rayano en lo insoportable diría yo, que tiene dos millones de manías y costumbres caprichosas, adquiridas en 37 años de profesión y agravadas por la edad. Resignadas lo soportamos, con el único aliciente de saber que falta poco para que se retire definitivamente.
Este hombre vive en su mundo de expedientes, pleitos, cédulas y oficios judiciales, haciendo caso omiso de todo cuanto lo rodea; nunca recuerda que día es ni su propio número de celular, si es invierno o verano, si su mujer cumple años o si el día siguiente es feriado; ni siquiera recuerda todavía nuestros nombres, para el somos “las chicas”.
Todo, absolutamente todo, hay que recordárselo, anotárselo en la agenda, repetírselo varias veces y aun así, nunca estamos seguras de que su obnubilado cerebro lo haya registrado.
Visto desde otro ángulo, es admirable su poder de concentración; si está contestando una demanda o estudiando un caso, podría pasar la comparsa Ará Berá por el medio de su oficina o desarrollarse un campeonato entero de sumo, que seguro no lo notaría.
La cosa es que hace unos días apareció con un pequeño minicomponente porque según el la música clásica que pensaba escuchar, contribuiría a bajar su nivel de stress (¿?). Lo instaló en su oficina, sobre una pequeña mesa ratona que hay pegada al escritorio donde tiene la computadora, cuyo teclado aporrea durante ocho horas con la furia de un orangután rabioso.
Debo aclarar que la mesita, que debe haber formado parte del mobiliario del camarote de Colón en su primer viaje a América, desafía por su antigüedad todas las leyes de la física. Está tan descolada que se bambolea de un lado al otro todo el tiempo, pero extrañamente resiste el peso de los expedientes, libros, y papeles que el jefe acumula diariamente sobre ella.
Como sea, allí instaló el aparato y clavó el dial en Radio Clásica. Empezó el concierto; durante un par de horas Mozart, Bach, Puccini, y Vivaldi, musicalizaron el estudio, mientras el tecleaba como siempre de forma enajenada. Entretenida con lo que estaba haciendo, ya casi no escuchaba hasta que Emilia me hizo notar que de la oficina salía una melodía extraña.
_ “Che, Beethoven también componía reggaeton?”
_ “Que????”
_ “Escuchá nena!”
Efectivamente, era un ritmo parecido a los que suele entonar Daddy Yankee, pero con una letra extraña: “Si el Señor me abandona, si el Señor me abandona, que será de mi alma, que será de mi vida …..”
_”Que carajo es eso? El viejo piró mal…!” _ dijo Emi muy seria, _”Dale vamos a ver”.
Nos acercamos a la puerta sin hacer ruido; el jefe seguía escribiendo como si nada mientras en la radio sonaban los primeros acordes de El bombón asesino, pero con una letra del estilo: “Mi Señor Dios es diviiiino, el marcará mi destino …”
_”Naaaa, me muero!, te juro que si me lo cuentan, no lo creo! Que le pasa a este tipo, no escucha?” _
_ “Y no Emi, si no se da cuenta de nada. Se le corrió el dial , con los golpes que le pega al teclado hace mover la mesa y con tanto traqueteo, terminó escuchando la radio de los evangelistas!, Le avisamos?”_
_”Noooo, dejalo! Un toque de espiritualidad le va a venir bien; además quiero ver la cara del Dr. Gomez que tiene que venir a las 5, cuando escuche que buen gusto musical tiene su colega, jajajaja!”_
No sé que pasó con el Dr. Gomez porque finalmente no me lo crucé; eso si, al repartidor de los botellones de agua lo enganché moviéndose al ritmo de una cumbia mística mientras recargaba el dispenser: _”Che que onda tiene el Doc eh? Una maza el tordo!”_
Glup!!!
El mas viejo de los jefes es un personaje muy particular, rayano en lo insoportable diría yo, que tiene dos millones de manías y costumbres caprichosas, adquiridas en 37 años de profesión y agravadas por la edad. Resignadas lo soportamos, con el único aliciente de saber que falta poco para que se retire definitivamente.
Este hombre vive en su mundo de expedientes, pleitos, cédulas y oficios judiciales, haciendo caso omiso de todo cuanto lo rodea; nunca recuerda que día es ni su propio número de celular, si es invierno o verano, si su mujer cumple años o si el día siguiente es feriado; ni siquiera recuerda todavía nuestros nombres, para el somos “las chicas”.
Todo, absolutamente todo, hay que recordárselo, anotárselo en la agenda, repetírselo varias veces y aun así, nunca estamos seguras de que su obnubilado cerebro lo haya registrado.
Visto desde otro ángulo, es admirable su poder de concentración; si está contestando una demanda o estudiando un caso, podría pasar la comparsa Ará Berá por el medio de su oficina o desarrollarse un campeonato entero de sumo, que seguro no lo notaría.
La cosa es que hace unos días apareció con un pequeño minicomponente porque según el la música clásica que pensaba escuchar, contribuiría a bajar su nivel de stress (¿?). Lo instaló en su oficina, sobre una pequeña mesa ratona que hay pegada al escritorio donde tiene la computadora, cuyo teclado aporrea durante ocho horas con la furia de un orangután rabioso.
Debo aclarar que la mesita, que debe haber formado parte del mobiliario del camarote de Colón en su primer viaje a América, desafía por su antigüedad todas las leyes de la física. Está tan descolada que se bambolea de un lado al otro todo el tiempo, pero extrañamente resiste el peso de los expedientes, libros, y papeles que el jefe acumula diariamente sobre ella.
Como sea, allí instaló el aparato y clavó el dial en Radio Clásica. Empezó el concierto; durante un par de horas Mozart, Bach, Puccini, y Vivaldi, musicalizaron el estudio, mientras el tecleaba como siempre de forma enajenada. Entretenida con lo que estaba haciendo, ya casi no escuchaba hasta que Emilia me hizo notar que de la oficina salía una melodía extraña.
_ “Che, Beethoven también componía reggaeton?”
_ “Que????”
_ “Escuchá nena!”
Efectivamente, era un ritmo parecido a los que suele entonar Daddy Yankee, pero con una letra extraña: “Si el Señor me abandona, si el Señor me abandona, que será de mi alma, que será de mi vida …..”
_”Que carajo es eso? El viejo piró mal…!” _ dijo Emi muy seria, _”Dale vamos a ver”.
Nos acercamos a la puerta sin hacer ruido; el jefe seguía escribiendo como si nada mientras en la radio sonaban los primeros acordes de El bombón asesino, pero con una letra del estilo: “Mi Señor Dios es diviiiino, el marcará mi destino …”
_”Naaaa, me muero!, te juro que si me lo cuentan, no lo creo! Que le pasa a este tipo, no escucha?” _
_ “Y no Emi, si no se da cuenta de nada. Se le corrió el dial , con los golpes que le pega al teclado hace mover la mesa y con tanto traqueteo, terminó escuchando la radio de los evangelistas!, Le avisamos?”_
_”Noooo, dejalo! Un toque de espiritualidad le va a venir bien; además quiero ver la cara del Dr. Gomez que tiene que venir a las 5, cuando escuche que buen gusto musical tiene su colega, jajajaja!”_
No sé que pasó con el Dr. Gomez porque finalmente no me lo crucé; eso si, al repartidor de los botellones de agua lo enganché moviéndose al ritmo de una cumbia mística mientras recargaba el dispenser: _”Che que onda tiene el Doc eh? Una maza el tordo!”_
Glup!!!
7 comentarios:
Este blog me está resultando muy informativo...
Beso :)
Hola Ojo, informativo?? No entendí :( jajaja. Besos
hay qué tarea aguantar a este personaje todos los días, me hizo acordar a un trabajo que yo tenía en donde mi jefe todos los días escuchaba religiosamente un programa de radio espantozo y me lo tenía que aguantar toda la mañana, besos y fuerza!!!!
Esa forma tna graciosa de contar historias tiene premio.
Any pásate por mi estudio y lo recoges
Un beso con sabor argentino
Classi, deberían pagarnos un plus por aguantar a este tipo de personajes! besos
Paco, gracias por las rosas! aqui las tengo sobre mi escritorio, aunque nadie las vea! un abrazo celeste y blanco.
Jajaja, qué buena historia. Me parece estar viéndolo a tu jefe.
Me encanta cómo escribís.
Besos.
jajjajaja, me encantò lo de "campeonato entero de Sumo"
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