domingo, 21 de marzo de 2010

La Señal de Santa Rita


… entonces, por lo que me ayudaste te traje algo que pienso que te va a gustar”.

Y me extendió un paquete cuidadosamente envuelto en papel de seda.

Pero Esther, muchas gracias, no era necesario” – dije rasgando el papel entusiasmada pensando que eran sus famosos-fabulosos alfajores de maicena.
No, adentro había una pequeña mujer de yeso mal pintada, incluso los rasgos de la carita eran grotescos y tenía una mancha roja en la frente. No supe que decir.

Te gusta? Ayer fui a comprar unas velitas y cuando la vi me acordé de vos, me acordé de que me habías contado que eras devota de Santa Rita, en la frente tiene el estigma ves? Te la compré para que te acompañe, te gusta?

No, no me gustó.
Esther es una señora grande, con muchos problemas, muy amable, muy habladora. Cada vez que viene a pagar la cuota de su convenio habla y habla, tiene necesidad de hablar con alguien. Y yo la escucho. Digo si. Digo no. Digo ajá. Y una vez - por decir algo mas que eso - dije que me caía simpática Santa Rita porque había leído su historia y porque es la Santa de los imposibles.
Esther es devota de casi todo el santoral, se sabe vida y milagro de cada santo; se puso contenta cuando le conté lo de Santa Rita. Lo que no le conté es que mi fe es vaivén, tengo períodos místicos y luego me alejo, voy y vengo todo el tiempo, tengo demasiadas dudas, tengo pocas certezas. Tampoco le conté que cuando las papas queman en mi desesperación politeísta soy capaz de rezarle al Gauchito Gil, a Buda o a San Wichito; tanto mas irresistible me debe haber resultado Santa Rita que promete cumplir lo imposible.

Ssssi gracias, gracias” No pude decir nada mas.

Pasé por lo de mi madre a la noche. “Mirá lo que me regalaron

Una imagen de Santa Rita! Pobrecita, que feíta está … y encima es de yeso, no me gustan las cosas de yeso …” - dijo mi madre, la reina de las supersticiones estrafalarias – “no hay que tener cosas de yeso en la casa …”

Y que hago? No la voy a tirar a la basura, me da no sé que …”

No la tires. Dejala en una iglesia

Al otro día bien temprano pasé por una iglesia, esperé a que nadie me viera y la dejé sobre uno de los altares laterales. No sé porque pero me dio pena dejarla alli, me pareció como que la estaba abandonando, estuve toda la mañana pensando en la estatuita. Una vez mas (aunque trato de evitarlo) me situé en la línea del pensamiento mágico y me pregunté si era una señal. Una señal de que todos mis imposibles podían volverse posibles, una señal de que los milagros si existen.
Asi que al mediodía pasé por la iglesia dispuesta a rescatarla. Pero Santa Rita no me esperó, ya se había ido a cumplir los sueños de alguien un poco mas coherente supongo.
Y bueno, otra vez será.