miércoles, 15 de septiembre de 2010

Este Jueves un relato: Hazme reir !!!


Escenario: Una ciudad perdida en China (nombre irrecordable)

Personajes: Valeria, Silvina y Fabio

Situación: Fabio está en China compitiendo en un torneo de tai chi chuan. Con el están su novia Vale y Silvina (La Silvi, hermana de Vale) que han viajado para acompañarlo y de paso conocer China.
Mientras el entrena y compite concentrado con los otros participantes en un lugar especial, las hermanas boludean por ahí y cada tanto van a ver el concurso para hacerle el aguante a Fabio y saber como le está yendo.
Sucede, como suele suceder cada 28-30 días, que La Silvi se indispone y nada mas cómodo en una situación de viaje que usar tampones. Gran invento los tampones, salvo … que al tampón se le corte el hilo y quede adentro … en China … sin saber el idioma … sin poder explicarle al médico cual es el problema … .

Acción: Tras varios intentos de retirar el susodicho adminículo por cuenta propia, La Silvi le explica la situación a Vale, quién a su vez trata de ayudarla con ideas poco adecuadas. “Dame la pincita de depilar que intento con eso … Ayyy no veo …! quedate quieta …! no, no llego …”. Tanto hurgueteo (por decirlo de alguna forma) con pinzas varias, termina lastimando a La Silvi. No queda otra salida que buscar ayuda profesional.
El quid de la cuestión es como explicarle el motivo de la consulta al médico (ah no, ni soñar que alguien alli hable español, tampoco inglés, ni francés, ni siquiera chino tradicional; se habla uno de los cientos de dialectos que existen en China, absolutamente desconocido). “Y bueno – dice Vale tratando malamente de consolarla – vamos, pedimos por señas un médico, vos te abrís de piernas y le señalás …”. “Queeeee??? – aúlla La Silvi desesperada.
Y allá van, el hospital es una construcción precaria, pequeña y mugrienta. Silvina se resiste a entrar, dice que prefiere que la carcoma una sepsis galopante. Pero Vale no está dispuesta a dejarla morir a miles de kilómetros de casa.
Una especie de “enfermera” o algo, las hace pasar a una salita que oficia de consultorio. Dentro el “doctor” tiene - según el cálculo de las chicas - unos 135 años y muy pocas ganas de colaborar. Los esfuerzos son vanos. Señas, gestos, palabras en varios idiomas dichas a todo volumen como si el tipo fuera sordo además de chino. No hay caso. “Este viejo no debe saber ni que los tampones existen” – lloriquea Silvina – “vamos, salgamos de aquí antes de que nos pase algo peor!”. “No, no, no; tenés un lápiz? Dame!” . Vale manotea un papel que hay sobre una mesa y dibuja. Lástima que el dibujo nunca fue su fuerte, el viejo las mira como si fueran marcianas desquiciadas. “Bueno che, no hay otra, abrí las piernas y mostrale!” – se enfurece Vale dándose por vencida. El viejo se enoja en chino. Silvina llora a moco tendido. En medio del desastre entra la enfermera atraída seguramente por el escándalo, de su bolsillo cuelga un hilo sucio. Valeria se inspira de pronto y se le abalanza, le saca el hilo: la china grita por lo que supone un ataque, el viejo grita porque cada vez entiende menos; la escena toda es un griterío dantesco, como si fuera una mala comedia italiana pero en China. Hilo en mano y con una serie de gestos impresentables Vale les muestra a los chinos cual es el problema. De pronto la cara de la enfermera se ilumina, le dice unas palabras al médico que por fin! exclama “ahhhhh !!!”.

Epílogo: La operación “retiro del tampón” merecería un post aparte. Baste decir que se llevó a cabo en las condiciones menos higiénicas del mundo, con un emplaste verdoso de hierbas a modo de anestesia (o eso suponen las chicas) y un instrumental quirúrgico que debió ser el que se usaba en la era precámbrica.
Pese a tan calamitosa atención, asegura La Silvi que todo fue rápido, indoloro y sin consecuencias posteriores. Ella por las dudas se despidió mentalmente de sus afectos, pidió perdón por sus pecados y rezó todas las oraciones que recordaba antes de entregarse al procedimiento. Morir a manos de Wan Chang Kein – como le gusta recordarlo - no era su destino sin embargo.

Aclaración: Lo mejor de todo esto para nosotros, los amigos, fue escuchar la historia y llorar de risa con los detalles y los comentarios.
La anécdota pierde mucho con la transcripción de esta inexperta escribiente. Valga solamente como intento de participación en estos jueves literarios.

Mas risas en lo de Gustavo http://www.callejamoran.blogspot.com/