domingo, 11 de abril de 2010

Frikihábitos: Furia electrodoméstica


Seguramente ud no conversa con sus electrodomésticos. Salvo que tenga algún problemita serio en su psiquis, ud no se levanta y saluda con un “Buen Día” a su cafetera o a su horno microondas. Pero por alguna extraña razón, si algún aparato de su casa deja de funcionar, ud intentará iniciar un diálogo conciliador con la secreta esperanza de que el aparato adquiera mágicamente la capacidad de escucharlo. Y no me diga que no.
La cosa empieza en un tono cordial, cariñoso, casi un ruego le diría “porque me hacés esto, no te vas a descomponer justo ahora no? dale, dale se bueno por favor, arrancáááá!!!” le dice ud dulcemente al oído, pasando la mano amorosamente sobre su superficie. Nada, el muy cretino ni se mueve, no emite ni una señal de haber escuchado.
“Entonces será cuestión de ordenarle” – piensa ud. con cierta lógica – “dale che, que no tengo todo el día, arrancá de una vez!” … cri cri cri … nada. La cosa va subiendo de tono en cuanto a léxico y a decibeles de la voz: “Ahhh!!! Asi que te hacés el duro eh? arrancá carajo! cachivache de mierda! quien me mandó a comprar esta porquería!” Aqui es donde ud. se acuerda de la madre del aparato, de la madre del que se lo vendió y de la familia completa del fabricante del producto.
Si aun asi el cascajo se resiste a arrancar - que es lo mas probable - ud. notando que su piel va tomando un tinte verdoso y con la vena a punto de explotar, inicia la fase violenta, a saber: unos golpecitos secos con la palma de la mano abierta, como pequeños incentivos, que van creciendo en intensidad y se transforman en cachetadas, como esas que sueña con darle a su peor enemigo. A continuación la mano se transforma en un puño, y ud. que es admirador del pacifismo, de Ghandi y hasta del movimiento pro defensa y conservación de la piraña asesina del Amazonas, se encuentra a si mismo aporreando al aparatito cual si fuera el encargado de darle su merecido a todos los miembros del KKK de a uno en fila.
Pasado el momento de violencia irracional llega la etapa del arrepentimiento; ud. toqueteará una vez mas todos los botones, palancas, enchufes, en forma aleatoria y desesperada, y se autorecriminará amargamente por haber dejado el aparato en condiciones lamentables. Total que ahora además de no poder usarlo, tendrá que llevarlo al service y, peor aún, explicar porqué el cacharro luce como si le hubiera pasado un tractor por encima. Que eso es lo que argumentará claro; ud. no quiere que nadie se dé cuenta de que esa persona en apariencia atildada y correcta, es en realidad un freak-energúmeno de la peor calaña.
No, ni sueñe con poder usar la garantía.