jueves, 15 de abril de 2010

El Muro

Hay muros que no se pueden traspasar. Uno intenta, trata, le pone voluntad, trabaja, le pone onda. No hay caso, el Muro no cede, nada, ni un centímetro. Lo peor es que a un costado uno ve a otros traspasar fácilmente el Muro, otros que son igual a uno, que no tienen mas méritos, ni mas virtudes, ni mas valía, ni siquiera tienen que esforzarse demasiado … empujan suavemente y el Muro cede . Y entonces uno se desespera. Porqué todos pasan y uno no? Como puede ser? Uno redobla los esfuerzos, se disfraza un poco, aguza el ingenio, perfecciona las tácticas … pero todo es en vano, el Muro sigue alli inconmovible, insuperable.
Un día desde el otro lado arrojan un mendrugo, y uno que está hace tanto tiempo alli, agazapado esperando una señal, un guiño, algo … uno toma esa limosna como una esperanza, de que por fin se abra una hendija, un mínimo espacio por donde colarse. Error, ese hueso que a uno le tiraron desde el otro lado fue solo a los fines entretenerlo y de que uno se deje de joder. Y a uno se le arruga el corazón de pena, porque no entiende, si por lo menos entendiera las razones, si pudiera saber porque … .
Y es que en realidad no hay razones, no hay explicaciones, no hay argumentos, es porque si, “vos no pasás y ya, listo, fuera, andate”.
Porque uno se emperra de esa forma? Si está tan claro que a uno no lo quieren del otro lado, si está tan claro, tan putamente claro, que uno no lo ve. El Muro le gana a uno por cansancio, no porque uno sea lúcido, no porque uno sea sensato, no porque uno tenga la inteligencia suficiente para aceptar lo evidente. Por cansancio simplemente, un día uno se cansa, levanta el resto de dignidad que le queda y se va con la música a otra parte. Sin mirar atrás eso si.