Por fin podrían mejorar. Al frente del pequeño restaurant
ella y Pedro saldrían adelante. Fátima había aprendido los secretos de la
cocina en el Líbano, su tierra natal, viendo a su madre. Era una maga, una
alquimista, una artista de los sabores.
Pero las cosas se complicaron. La crisis se llevaba las
ganancias rápidamente y no les permitía cancelar la deuda por la compra del
local. Y el viejo Marcos exigía y amenazaba. Fátima estaba dispuesta a todo,
incluso a aceptar la oferta de ese viejo asqueroso: si no llegaba con el
dinero, pagaría con su propio cuerpo. Y así lo hizo a espaldas de Pedro. Pagó,
pagó y pagó con la culpa y el asco carcomiéndola por dentro.
El viejo nunca se conformaba, nunca estaba satisfecho. Quería
mas, quería incluir en el trato a Nayla, la hija menor de Fátima y Pedro que a
los 14 ya era toda una belleza.
Ese fin de semana la oferta de empanadas sorprendió
gratamente a los vecinos; el plato del día – guiso de arroz con carne y
especias – también tentaba con su delicioso aroma a todo el que pasaba por la
puerta del restaurant. Sábado y domingo lleno total, las ganancias se
multiplicaron y Pedro estaba exultante. Le extrañó no ver a Marcos, con lo que
le gustaban las empanadas árabes … .
Dos días después la policía llegó alertada por una denuncia
anónima sobre una caja de basura que despedía un olor nauseabundo detrás del
restaurant. Dentro encontraron un torso humano, lo único de lo cual Fátima no
había podido deshacerse después de trozar y hervir al viejo.
Bon Appetit.
Nota: Aunque la historia está algo cambiada este fue un caso
real. Hay detalles mas truculentos que preferí obviar. La mujer era de
contextura fuerte y había trabajado durante un tiempo en un frigorífico donde
aprendió a despiezar animales.
La venganza será terrible en lo de Teresa