Este fue uno de mis primeros post. Los ciudadanos, gente del montón que labura todos los días sin muchas mas pretensiones que vivir en paz y tener algún que otro momento de felicidad; los nadies, también formamos parte de este país y guardamos la esperanza de que esto alguna vez funcione como lo soñaron aquellos hombres de mayo de 1810. Mi deseo es que no nos lleve otros 200 años y que el tricentenario encuentre a sus pobladores viviendo dignamente y en armonía por fin, cobijados por ese símbolo celeste y blanco que nos pertenece a todos.
Ya va siendo hora.
En el colegio el turno mañana izaba la bandera, el turno tarde la arriaba. Por turno le tocaba una semana a cada curso, a la mañana se cantaba “Aurora”, a la tarde el “Saludo a la Bandera”.
Esta era una tarea reservada para los mejores promedios, los alumnos top, los demás ni nos acercábamos al mástil, solo formábamos en el patio y cantábamos sin demasiado entusiasmo. Nuestro patriotismo era directamente proporcional a nuestras calificaciones. El honor de manipular la bandera no alcanzaba a los “losers”.
Esa tarde la tarea del arriado le tocaba a nuestro curso; a eso de las 3 el cielo se puso negro y se escucharon los primeros truenos. “Ya esta lloviendo! Hay que cerrar las ventanas y bajar la bandera” – chilló la maestra – “a ver, Juan y Ana, vayan a buscarla , rápido antes de que se largue mas fuerte!”. Nos eligió al azar solo por ser los que estábamos sentados mas cerca de la puerta del aula.
Salimos disparados con Juan Ernesto hacia el patio, “dale apurate, vos andá bajándola que yo busco la caja” - le dije. La bandera se guardaba dentro de una caja debajo del mástil, donde también estaba la ruedita que manejaba el mecanismo de izado o arriado.
Alli estamos entonces los dos solos. Cada vez llueve mas fuerte. Saco la caja y la abro, dispuesta a que Juane me pase la bandera para guardarla , pero cuando levanto la vista la veo flameando alto todavía, viene bajando muy despacio, no llega ni a la mitad del mástil: -“Dale que pasa? Esta trabada? Dale Juane que nos vamos a empapar!”-. El no me escucha, está como hipnotizado, gira la ruedita despacio mirando la bandera y lo escucho cantar bajito. “- Juaaaaannnnee! Movete, que hacés???". - “Salve Argentina, bandera azul y blanca ...pará ….nunca bajé la bandera che… cantá, cantá dale”-. Está emocionado! Hasta ese momento nunca había sentido ese tipo de emoción “patriótica” (y tampoco me ha vuelto a pasar muchas veces) sin embargo le obedezco sin entender mucho porqué, canto junto con el en voz baja mientras miro como va bajando la bandera.
Ahora llueve fuerte, nos estamos haciendo sopa mientras la maestra nos hace señas frenéticas desde la ventana para que entremos; de reojo la vemos, pero hacemos como que no.
Juane y Ana por única y última vez en toda su carrera escolar, son los elegidos para arriar la bandera, y no van a desaprovechar la oportunidad. Ni a Juane ni a Ana les alcanza el promedio para repetir la hazaña, así que es ahora o nunca, sin testigos, sin fotos, sin poder avisarle a nadie. A dúo cantan el “Saludo a la bandera” entero, guardan todo, se sonríen el uno al otro y vuelven al salón chorreando agua pero contentos, a pesar de saber que los espera el reto de la maestra.
Teníamos 9 años, estábamos en 4to grado y nunca habíamos cruzado mas de dos palabras con Juane hasta ese día; a partir de alli se creó una conexión entre los dos que sigue hasta hoy.
No muchos conocen la historia. Lo que compartimos con Juancito ese dia, “la bandera de los losers”, quedó como uno de los mejores recuerdos del cole, un guiño entre los dos, un pequeño acto de justicia finalmente, porque los losers no tendremos ni un solo 10 en el boletín, pero también tenemos bandera … .
Ya va siendo hora.
En el colegio el turno mañana izaba la bandera, el turno tarde la arriaba. Por turno le tocaba una semana a cada curso, a la mañana se cantaba “Aurora”, a la tarde el “Saludo a la Bandera”.
Esta era una tarea reservada para los mejores promedios, los alumnos top, los demás ni nos acercábamos al mástil, solo formábamos en el patio y cantábamos sin demasiado entusiasmo. Nuestro patriotismo era directamente proporcional a nuestras calificaciones. El honor de manipular la bandera no alcanzaba a los “losers”.
Esa tarde la tarea del arriado le tocaba a nuestro curso; a eso de las 3 el cielo se puso negro y se escucharon los primeros truenos. “Ya esta lloviendo! Hay que cerrar las ventanas y bajar la bandera” – chilló la maestra – “a ver, Juan y Ana, vayan a buscarla , rápido antes de que se largue mas fuerte!”. Nos eligió al azar solo por ser los que estábamos sentados mas cerca de la puerta del aula.
Salimos disparados con Juan Ernesto hacia el patio, “dale apurate, vos andá bajándola que yo busco la caja” - le dije. La bandera se guardaba dentro de una caja debajo del mástil, donde también estaba la ruedita que manejaba el mecanismo de izado o arriado.
Alli estamos entonces los dos solos. Cada vez llueve mas fuerte. Saco la caja y la abro, dispuesta a que Juane me pase la bandera para guardarla , pero cuando levanto la vista la veo flameando alto todavía, viene bajando muy despacio, no llega ni a la mitad del mástil: -“Dale que pasa? Esta trabada? Dale Juane que nos vamos a empapar!”-. El no me escucha, está como hipnotizado, gira la ruedita despacio mirando la bandera y lo escucho cantar bajito. “- Juaaaaannnnee! Movete, que hacés???". - “Salve Argentina, bandera azul y blanca ...pará ….nunca bajé la bandera che… cantá, cantá dale”-. Está emocionado! Hasta ese momento nunca había sentido ese tipo de emoción “patriótica” (y tampoco me ha vuelto a pasar muchas veces) sin embargo le obedezco sin entender mucho porqué, canto junto con el en voz baja mientras miro como va bajando la bandera.
Ahora llueve fuerte, nos estamos haciendo sopa mientras la maestra nos hace señas frenéticas desde la ventana para que entremos; de reojo la vemos, pero hacemos como que no.
Juane y Ana por única y última vez en toda su carrera escolar, son los elegidos para arriar la bandera, y no van a desaprovechar la oportunidad. Ni a Juane ni a Ana les alcanza el promedio para repetir la hazaña, así que es ahora o nunca, sin testigos, sin fotos, sin poder avisarle a nadie. A dúo cantan el “Saludo a la bandera” entero, guardan todo, se sonríen el uno al otro y vuelven al salón chorreando agua pero contentos, a pesar de saber que los espera el reto de la maestra.
Teníamos 9 años, estábamos en 4to grado y nunca habíamos cruzado mas de dos palabras con Juane hasta ese día; a partir de alli se creó una conexión entre los dos que sigue hasta hoy.
No muchos conocen la historia. Lo que compartimos con Juancito ese dia, “la bandera de los losers”, quedó como uno de los mejores recuerdos del cole, un guiño entre los dos, un pequeño acto de justicia finalmente, porque los losers no tendremos ni un solo 10 en el boletín, pero también tenemos bandera … .