domingo, 24 de junio de 2012

De códigos y bóndigas ...




Doña Rita la correntina, mil años, bueno mil no pero así la veía yo desde mis 6 o 7. 
Infaltable el delantal con bolsillo sobre la ropa, siempre uno distinto, no salía sin el. Y en el bolsillo llevaba caramelos que nos convidaba cuando la abuela se paraba a charlar con ella camino del mercado.
De lo que decía nosotros le entendíamos menos de la mitad y mi abuela que además era un poco sorda con suerte se enteraría de un 10% de la conversación. Pero igual charlaban.  Y comentaban las novedades del barrio. Ideaban estrategias para que el bicherío no se masticara el malvón blanco. Y se pasaban recetas.
“Que se come hoy Doña Rita?” – preguntaba la abuela
“Ay Ña Juli, ñemandá la feria, mi trajnepicada, hice bóndigas de hormiga! – contestaba Rita con una gran sonrisa.
“Que rico, después me pasa la receta? – decía la abuela como si nada.
Doña Rita come hormigas? Dijo que come hormigas!. No entendíamos nada.
Nunca supimos que quería decir la vieja con eso de “bóndigas de hormiga”. Albóndigas claro, pero ¿y lo de hormiga? barajamos las posibilidades mas absurdas pero el enigma quedó sin resolver.

Hace poco vamos con mi hermano a comprar comida hecha. Mientras estamos en el trámite de elegir, me da un codazo y me señala una fuente humeante llena de bolitas en salsa roja: “¡bóndigas de hormiga!” las palabras salen al unísono y nos da un ataque de risa ante la mirada atónita de la empleada.
 Los pequeños recuerdos que se comparten con alguien, son como códigos secretos, indescifrables y tontos para los demás, inestimables para nosotros. Hilos invisibles que nos unen al otro, botones que están esperando que uno los apriete para disparar la sonrisa y la nostalgia. 

miércoles, 20 de junio de 2012

Este Jueves, Relato: Mis jueves


Jueveros: gente, buena gente.




Hace unas semanas una pregunta lanzada al aire por mail despegó y recorrió territorios en pocos segundos. Una pregunta cortita y allí estaban todos, tratando de buscar información, de aportar ideas, mandando mensajes, llamando por teléfono. Sonaron los tambores en la tribu juevera, en el cielo aparecieron las señales de humo, se sumaron las palabras y las voces. Me sorprendió la rapidez y la contundencia de la respuesta.
Entonces digo, que importa si nuestros escritos son supremos o modestos, que importa si a veces no estamos inspirados, que importa si nunca ganaremos premios ni nos darán el Cervantes. No nos juntamos por eso. Nos juntamos por el gusto de hacerlo, por los sueños compartidos, por “la próxima zanahoria”, por el afecto que es real en un espacio imaginario que no podemos ver, ni oler, ni tocar pero está allí.
Esto que tenemos supera todos los detalles, las pequeñeces, los desacuerdos, las nacionalidades, las creencias, las culturas.
En este lugar somos simplemente gente, nada mas y nada menos. Gente arremolinada alrededor del día jueves empujada quien sabe por que vientos, gente que se alegra de verse sin conocerse, que pone en marcha el mecanismo de lo que nos define como humanos: el sentimiento .


Hay gente que con solo decir una palabra
enciende la ilusión y los rosales;
que con solo sonreír entre los ojos
nos invita a viajar por otras zonas,
nos hace recorrer toda la magia.

Hay gente que con solo dar la mano
rompe la soledad, pone la mesa,
sirve el puchero, coloca las guirnaldas.
Que con solo empuñar una guitarra
hace una sinfonía de entrecasa.

Hay gente que con solo abrir la boca
llega a todos los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños,
hace cantar el vino en las tinajas
y se queda después como si nada.

Y uno se va de novio con la vida
desterrando una muerte solitaria
pues sabe que a la vuelta de la esquina
hay gente que es así, tan necesaria

Hamlet Lima Quintana

Mas Jueves en el Daily

sábado, 16 de junio de 2012




Para los que los que estrenan la profesión, para los padres con experiencia; para los de sangre, para los del corazón; para los gordos, para los flacos; para los altos, para los bajitos; para los divertidos, para los serios; para los que entienden y bancan siempre, para los que tratan de entender; para los de 20, para los de 80; para los que hacen lo posible, para los que hacen lo imposible; para los que están, para los que se fueron.

Para el mejor, el mío. Aguante Jackson viejo!

Para todos: FELIZ DÍA!   

jueves, 7 de junio de 2012

Este Jueves, Relato ... Encadenado

La historia de este jueves comienza en lo de Encarni. Aqui dejo mi aporte, que continúa en lo de María José


¿Marta ya estuvo aquí? – Jenaro no comprendía - ¿Cómo? ¿Cuándo? Entonces … tu … la bruja … el mapa … 
- Si hombre, claro – respondió Sonsoles mientras tironeaba de la manga de su chaqueta – vamos entra no hay tiempo, pronto amanecerá y debo explicarte muchas cosas.
Se deslizaron silenciosamente dentro del convento. En la oscuridad de la noche atravesaron con sigilo el patio principal hasta la celda de Sonsoles.
¿No tendrás algo para comer? Estoy famélico – cuchicheó Jenaro.
- ¡Shhhh silencio idiota! – ordenó la monja – ¡ni comida ni hostias!, tenemos sólo unos minutos antes de que suene para maitines. Si llegaran a descubrirme aquí contigo sería el final.
- Vaya modales para una sierva de la iglesia! – masculló Jenaro sorprendido por tanta rudeza.
- Déjate de tonterías y pásame el puñetero mapa – dijo Sonsoles alargando la mano - ¿y bien? ¿estás tonto o que? ¡Dámelo ya!.
Iluminada por la débil llama de la vela la monja vió la expresión de desconcierto de Jenaro mientras este rebuscaba en los bolsillos de su chaqueta. La desesperación lo ganó en pocos segundos. – No lo encuentro, se me debe haber caído al bajar del auto o tal vez en el patio …
- Pero, ¿serás imbécil? ¡Vamos, vamos a buscarlo! – gruñó Sonsoles empujándolo hacia el pasillo.
En el patio se distinguía ya la tenue luz del amanecer. Una silueta se recortó de pronto junto al portal y una voz chillona los dejó paralizados:
- ¿Quién anda ahí? ¿Quién es?

martes, 5 de junio de 2012

Por la vuelta ...





Pongo estos seis versos en mi botella al mar 
con el secreto designio de que algún día 
llegue a una playa casi desierta 
y un niño la encuentre y la destape 
y en lugar de versos extraiga piedritas 
y socorros y alertas y caracoles.

Mario Benedetti

Mi botella ya la tiré, lleva adentro un abrazo gigante para que lo sostenga y le dé ánimos. Aquí estamos, todos en la orilla esperando verlo llegar sano y salvo después de la tormenta.
Apúrese.-

jueves, 31 de mayo de 2012

Este Jueves, Relato: En la quietud de la noche


Tres de la mañana en Retiro, sin pasaje hasta las seis. Trato de acomodarme en la silla de plástico duro. Frente a mi se instalan Papá y quichicientos hijos con bolsos, bolsitos, paquetes y paquetitos de formas y envolturas extrañas. Ese colorido e irregular equipaje – pienso – debe ser su casa entera empaquetada para ser trasladada a cuestas como un caracol humano. Quien sabe donde van, de donde vienen. Son de la especie “pasajeros en tránsito perpetuo” – pienso – de esos que uno encuentra en todas las estaciones del mundo. El mas pequeño llora sin parar. Su lamento infantil llena la estación casi desierta en la quietud de la noche. Su angustia húmeda y estridente acompaña la mía, seca y silenciosa. También me gustaría llorar, gritar y patear pero no puedo. Ser un niño tiene sus ventajas –pienso – al menos el puede desahogarse a gusto.
Papá se esfuerza en mil maniobras de consuelo sin resultado cuando de pronto en la semipenumbra se materializa Mamá. ¿De donde salió? Tal vez estaba dentro de algún paquete – pienso – es tan menuda que no sería raro. Mamá tiene el pelo negro hasta la cintura y unos pocos dulces en la mano que reparte alegrando las caritas de los que quedan despiertos.
 La alegría cabe en un caramelo – pienso. Amorosamente toma al gritón en sus brazos y lo acuna mientras le canta suavemente en una lengua que no comprendo. El arrullo de una madre siempre es mágico – pienso, mientras me aflojo un poco la corbata de la pena y me pesan los ojos ... .
La noche sigue su camino acunada como yo por ese canto que  acompaña la modorra de la madrugada. A las 5:30 las dos nos despedimos en silencio de Papá, Mamá y los quichicientos; la noche se va por fin a dormir y yo me voy por fin a casa.       

jueves, 3 de mayo de 2012

El comedido NUNCA sale bien ...


En el colegio fui una alumna mediocre. Estudiaba lo justo y necesario, y a veces menos de lo necesario incluso. La llevaba digamos, con sus mas y sus menos, con algún que otro malabarismo de promedios a fin de año, con alguna ida a la iglesia mas cercana a rogar frenéticamente por un milagro (esto es cierto eh? nada como la desesperación para incrementar la fe). Todo era medianamente soportable salvo ... matemática la odiada. Para mi siempre fue un misterio insondable, un lenguaje indescifrable, una tortura china, doce años de sufrimientos y padecimientos. No tengo idea de cómo hice para sortear curso a curso esa maraña de números, fracciones, quebrados, logaritmos, ecuaciones ... no sé, visto a la distancia me siento una especie de heroína que resistió los embates de esta ciencia y salió indemne, absolutamente indemne, digo, literalmente indemne porque al día de hoy no quedó alojado en mi cerebro un solo conocimiento matemático. Bueno, momento! ... no me mire con lástima, soy capaz de sumar, restar, multiplicar ...  y esteeeemmm dividir ... ya se me complica.  
A pesar de lo anteriormente expuesto solo me la llevé a rendir una vez. Ohhh  - dirá Ud – pero entonces no era tan mala!. Y yo reiteraré que si, que era peor que mala pero tenía incentivos en casa. Acertó si, no sabe lo buena incentivadora que era mi madre, capaz de hacer que a una mula le dieran el Nobel si era necesario. No me explayaré sobre la metodología “psico-pedagógico-amenazante” de mi progenitora porque no viene al caso, pero créame que era efectiva.

¿Y lo de el comedimiento?  - dirá Ud.
Bueno, tiene que ver con todo esto y es una pequeña lección que quisiera enseñarle. Este blog también es un servicio a la comunidad.
No sea comedido.
No sea comedido, no abogue, no interceda, no tercie, no medie, no se meta, no nada.

Alli estoy ¿me ve? Tercer año, diciembre, último recuperatorio de matemática del año, última oportunidad de zafar. Un nueve necesito, poca cosa. Me entregan la prueba y: (aquí música de Carrozas de Fuego por favor y yo en cámara lenta cayendo de rodillas con el puño en alto) el milagro se produce: un nueve! Estoy salvada.
Unos bancos mas allá, Caro está desencajada,  al estilo del fan de Wanda se lamenta y llora desconsoladamente. Es que ella , tan burra como yo que por algo somos amigas, también necesita un 9, pero en su hoja figura un 8.
A ver? – digo yo metiéndome donde no me llaman – mmm, ajá, si ... ajá ... si, si, esto da 420 y esto está bien resuelto ... ajá ... . Pero las pruebas son idénticas! Donde está la diferencia? Porque te puso un 8???
En un rapto absurdo y justiciero le arrebato la prueba, me planto delante del escritorio de la profe y le pido explicaciones. Como es que ella se la lleva? Como un ocho? Si su prueba y la mía son iguales ... . La profe toma las dos hojas, las mira, las examina, las compara y me dice: “Tiene razón, me equivoqué, gracias por hacérmelo notar ... ud también tiene un ocho ... nos vemos en la primer mesa de Diciembre?.”
No me desmayé alli mismo de casualidad, ese episodio ha forjado mi temple, después de eso puedo soportar cualquier cosa ... .

Gracias Caro (aunque no vas a leer esto) por recordar la anécdota hace unos días y por las risas cada vez que la contamos a dúo y porque el comedimiento salió mal en ese momento, pero amortizó en diversión en el transcurso del tiempo.
Igual te digo, seguís en deuda conmigo … .